Día 3: escuela, cumpleaños y mil sonrisas en Gambia
- Samuel Homedes

- 5 sept
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 sept
[LA ENTRADA DEL BLOG DE HOY ESTA REDACTADA POR DOS DE LAS VIAJERAS QUE NOS ACOMPAÑAN EN ESTE VIAJE Y CUENTA LA EXPERIENCIA DE ALMA SOLIDIARIA VISTA DESDE SU PERSPECTIVA]
Arranca el día en Gambia. Hoy nos vestimos de “gala”, con nuestras camisetas de Alma Solidaria, porque sabíamos que iba a ser un gran día, de esos que no solo dejan huella en el presente, sino que construyen futuro.
Tras cruzar en ferry y recorrer carreteras de arena, entre caminos polvorientos aparece a lo lejos una estructura. Desde el jeep nos miramos: ¿será la escuela? Rosa y Víctor asienten con la cabeza. Y sí, allí estaba.
Al llegar, decenas de niños corren hacia nosotros y nos guían hasta su escuela y su campo de fútbol. Las emociones fluyen, la alegría nos invade. Pero toca ponerse manos a la obra: medir ventanas y puertas, hablar con el alcalde, entender qué más necesita su gente. El compromiso continúa.
Después llega la mejor parte: compartir. Jugamos, bailamos y celebramos juntos. Hoy además fue un día único para Carla, que cumplió 30 años en el poblado. Le pedimos que nos contara cómo lo había vivido y esto nos dijo:
“Hoy he vivido uno de los cumpleaños más mágicos y maravillosos de mi vida. Cumplir 30 años en Gambia, rodeada de sonrisas y de personas increíbles, ha sido un regalo que jamás olvidaré.
En uno de los poblados, mientras llevábamos arroz y ropa, y visitábamos la escuela infantil que Alma Solidaria y todos sus colaboradores/as ha hecho posible, me cantaron el cumpleaños feliz, lleno de mucha emoción.
No os podéis imaginar todas las emociones que he podido llegar a sentir, una mezcla de todo: ilusión, gratitud, felicidad… Tantas sensaciones que aún me cuesta poner en palabras.
Este viaje ya era especial, pero celebrarlo aquí lo ha convertido en algo único y profundamente gratificante. Solo puedo dar gracias, gracias infinitas a Alma Solidaria por hacer posible este proyecto, por recordarnos que ayudar no tiene otro fin que dar lo mejor de uno mismo.
Hoy me siento plena, agradecida y con la certeza de que este ha sido uno de los regalos más bonitos que la vida me ha podido dar.”
Las palabras del alcalde cierran la jornada en el poblado. Subimos al jeep con una mezcla de alegría y nostalgia: nos duele irnos, pero sabemos que volveremos a ver crecer esta escuela.
La tarde nos regala otra perspectiva de Gambia: un espacio para conocer el país y su reserva natural.
¿Qué tendrá este lugar y su gente que nos hace sentir como en casa?
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