Hoy hemos empezado nuestra ruta hacia el interior del país. Al salir del campamento, Víctor (uno de los chicos del Amdalai Camp), nos ha enseñado el Árbol de Elefante: Tiene 20 metros de altura y dentro del mismo conviven tres tipos especies diferentes de árbol. Las familias acudían allí durante las ceremonias de circuncisión y fue uno de los motivos por los que el poblado se asentó allí. Los mayores del pueblo lo usan como punto de reunión.
Nuestra ruta ha tenido su siguiente parada en el Hospital de Bwiam donde nos ha recibido el administrador del centro junto con Dailis, la responsable de la brigada de médicos cubanos, que en este momento se encuentran como voluntarios en este hospital. Normalmente están entorno a un año y medio destinadas en el país. Allí hemos entregado 130kg de material médico y fungibles que destinaran a aquellos puntos que tengan más necesidad. Dailis nos ha acompañado en la visita enseñándonos las instalaciones del centro. La situación de pandemia ha hecho que tenga que alargar su tiempo en Gambia y lleva ya 3 años trabajando en el país. Entre sala y sala nos ha explicado cuanto echa de menos a sus hijos y que espera abrazarlos pronto en Cuba. También nos ha mostrado las evoluciones del hospital desde la llegada de su brigada, sus necesidades más básicas y cómo solventan los problemas del día a día. Ella nos hará llegar una lista de necesidades para que en nuestro próximo viaje hagamos lo que este en nuestras manos…
Hemos comido en Soma el ya típico plato de arroz con ternera, aunque el ingrediente principal del planto era el picante. Aun con el ardor en la garganta, nos hemos acercado a un poblado cerca de la ciudad donde hemos hecho entrega de 50kg de arroz. Tras un partido de futbol improvisado, nos hemos echado unas risas todos juntos cuando las mujeres del poblado han tenido la idea de vestir a Rosa con el ropaje típico que utilizan con las “nuevas mujeres” (mujeres que se han casado) y no se han cansado de repetirle que este ritual que han llevado a cabo le traerá mucha suerte.
Antes de finalizar el día, ya de vuelta en la ciudad, un grupo de cuatro chicas se ha acercado y sentado con nosotros. Querían un consejo de cómo avanzar en sus vidas, entendiendo que nosotros al ser blancos, teníamos una lección que aportarles. Lejos de darles una lección, hemos sido nosotros quienes la hemos recibido al conocer sus historias. Eran chicas de padres separados de unos 20 años que tenían muy claro que querían estudiar, crecer y no ligarse a un marido para toda su vida. Tenían unas inquietudes grandes en diferentes campos como la ciencia, las leyes o el periodismo. Una de ellas llevaba un hijo a la espalda y las demás, con rostro serio y adulto, nos han demostrado el poder que las mujeres del país.
Gambia avanza, crece, y no deja de darnos lecciones. Nosotros, seguimos con los ojos abiertos.
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